Soledad, odio y redes: ¿qué hay detrás del movimiento INCEL?
Por: Alejandra Zamora Canales
Fotografía: Alejandra Zamora Canales y freepik.
El 22 de septiembre de 2025, la violencia misógina digital traspasó al mundo real. Un joven de 19 años atacó a otro estudiante y un trabajador del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) plantel sur, en la Ciudad de México, ocasionando preocupación en el alumnado por lo sucedido y una sociedad mexicana confundida ante los titulares que circulaban por internet con una palabra poco conocida hasta el momento: INCEL.
En este mes dedicado a reflexionar sobre las identidades masculinas, surgen cuestionamientos sobre lo que hay detrás de este y otros incidentes similares registrados en diversas partes del mundo, pero que tienen puntos de encuentros: discurso de odio hacia las mujeres, la “victimización de los hombres” y la imposición de roles tradicionales de masculinidad hegemónica.
Ante estos acontecimientos, conversamos con Elsa Ángeles Vera, defensora universitaria en nuestra máxima casa de estudios, para comprender las posibles causas del ataque ocurrido en el CCH, la creciente presencia de estas ideologías en nuestro país y las acciones que podrían implementarse para prevenir nuevos episodios.
INCEL: entre la soledad y el odio
INCEL es el acrónimo de “involuntary celibate”, célibe involuntario, por sus siglas en inglés; eusado para describir a quienes se consideran incapaces de establecer relaciones afectivas o sexuales, pese a desearlo. Este concepto nació en el espectro digital durante la época de los noventa, en un blog coordinado por una joven canadiense de nombre Alana, cuyo objetivo inicial era apoyar a personas solitarias o que se sentían en abandono, sin embargo, con el paso del tiempo el discurso del grupo se fue distanciando de sus orígenes.
Hoy, en plataformas como Reddit, Facebook, X, WhatsApp, TikTok y Telegram, existen espacios que nutren la llamada manosfera, donde proliferan mensajes de odio hacia las mujeres, pero también hacia los hombres que tiene relaciones exitosas, algunos grupos incluso incitan a cometer actos de violencia extrema, a la vez, que promueven una agenda sexista y de antiderechos.
Elsa Ángeles Vera considera que el crecimiento de estos discursos puede interpretarse como una reacción frente al avance del movimiento feminista, que en las últimas décadas ha impulsado transformaciones profundas para el reconocimiento de derechos, la denuncia de la violencia de género en especial la sexual dentro de lo digital, y la apertura hacia nuevas formas de ejercer la masculinidad.
“Nosotras buscamos un replanteamiento de su idiosincrasia, de sus motivaciones, sobre qué significa ser hombre. Y en esto, empezaron muchos hombres a decir, no tenemos que colocarnos como hombres feministas, tenemos que colocarnos como hombres que se replantean su masculinidad”, enfatizó.
La defensoría universitaria ha desarrollado protocolos para atender y erradicar la violencia que se genera en los espacios universitarios, así como planes de trabajo para la construcción de la paz.
A este fenómeno se suma el efecto de aislamiento provocado por la pandemia de Covid-19 en la población joven. La defensora universitaria destaca que durante la emergencia sanitaria muchos varones jóvenes revisaron y replantearon su vida afectiva, sexual y emocional.
Mientras que las infancias que vivieron su transición a la adolescencia lo hicieron en un especie de soledad acompañada: vivían con sus familias, pero se refugiaban en el mundo virtual, buscando respuestas sobre lo que implicaba “ser un varón”, cómo cumplir con expectativas irreales o cómo adecuarse a modelos basados en éxito económico y estándares físicos inalcanzables.
A la par, las adolescentes tampoco quedaron fuera de este impacto: muchas desarrollaron expectativas irreales sobre belleza y éxito, adoptando rituales estéticos inapropiados para su edad en un intento de alcanzar un ideal masculino creado por los algoritmos.
“Hoy en día, lo virtual nos lleva a estarnos comparando todo el tiempo con otros. Entonces, soledad combinada con eso, me parece que es una muy mala fórmula”, puntualizó
La mayoría de jóvenes involucrados en estos espacios tienen entre 16 y 25 años, aunque algunos superan los 30. Esta franja etaria es especialmente vulnerable a discursos de ultraderecha y a los llamados “gurús de citas o de la masculinidad”, como Luis Alfonso Castilleja Peugnet. alias “Temach”, Gerry Sánchez o Andrew Tate, quien enfrenta cargos por delitos sexuales, trata de menores y crimen organizado.
Movimiento INCEL, problema de salud mental o del machismo estructural
Tras el caso del CCH, múltiples opiniones apuntaban que estos ataques fueron perpetrados por hombre con trastornos mentales, sin embargo, especialistas que participaron en el conversatorio “Fenómeno Incel: la UNAM ante nuevos retos en la salud psicosocial” coincidieron en que esté fenómeno debe mirarse como parte de una estructura alimentada por la misoginia y el patriarcado.
Elsa Ángeles indica que los estudios de nuevas masculinidades o masculinidades diversas son relativamente recientes en comparación con los feministas, pero surgieron para cuestionarse el modelo de hombre dominante.
La Masculinidad hegemónica establece al hombre como proveedor incapaz de mostrar vulnerabilidad, que considera la agresión como una forma válida de convivencia y que discrimina a quienes no encajan en el molde
Estas ideologías también buscan reinstalar funciones tradicionales para las mujeres: cuidadoras sin autonomía económica, sometidas a relaciones restrictivas y dedicadas a trabajos no remunerados disfrazados de amor. Un ejemplo de ello es el fenómeno tradwife, que presenta como elección propia y bajo una estética llamativa, un discurso ultraconservador que desconoce los avances en derechos conquistados por mujeres y otros grupos históricamente excluidos.
Beatriz Martínez Romero, psiquiatra del Hospital General Ajusco Medio que participó en el conversatorio de la UNAM, recalcó que la misoginia no puede ser considerada como un trastorno mental, sino como una construcción social, que debe ser enfrentada con educación, vínculos y comunidad, en lugar de con medicación.
La defensora universitaria señala que los jóvenes afiliados a estos discursos, incluidos quienes han ejercido violencia, no deben analizarse únicamente como perpetradores. Su comportamiento responde a múltiples factores que influyen en su percepción del mundo, por lo que es necesario abordar este fenómeno desde un enfoque humano, integral y profundo.
Masculinidades diversas para la construcción de la paz
La también periodista propone la creación de círculos dentro de las universidades con un enfoque de género y reflexión sobre nuevas formas de vivir la identidad masculina, además de trabajar de manera cercana con madres, padres y tutores para dialogar sobre los desafíos que enfrentan las adolescencias. La Defensoría Universitaria de la UAEH, además, brinda un curso de cultura de paz para el profesorado, lo que permite atender mejor las necesidades de la comunidad académica.
Ángeles Vera busca consolidar esta iniciativa al interior de la UAEH, contemplada dentro del plan de trabajo para una cultura de paz aprobado por el Honorable Consejo Universitario. La Escuela Superior de Tizayuca (ESTi) mostró el interés en generar estos espacios de diálogo y reflexión, por lo que podría convertirse en el primer plantel en poner en marcha este proyecto.
Por ello, hace un llamado a que los estudiantes se acerquen al estudio de estos fenómenos, se sensibilicen sobre identidades diversas y generen espacios seguros donde se cuestionen los mitos que les rodean.
“Nuestra actuación frente a todo esto tiene que ser no policíaca, tiene que ser desde la sociología, desde la antropología y la prevención. Con mucha, mucha sensibilidad hacia las personas.”, enfatizó la defensora universitaria